Cuenta la Biblia en 1 Samuel 3, la
historia de un niño que fue pedido por su madre Ana en oración y hasta con lágrimas,
ella decide consagrarlo al servicio del Señor y cuando nace y tiene
suficiente edad lo deja en el templo para que fuera criado por los sacerdotes.
Estando ya como de 12 años, Dios lo llama y
por consejo de Elí, el sacerdote, Samuel responde a Dios y le dice: “habla que
tu siervo escucha” (v.10).
Y aquí es donde
viene la Palabra de Dios, es importante resaltar ciertos conceptos que se
despliegan en este mensaje: primeramente le dice que cumplirá con Elí todas las
cosas que le había dicho antes, que juzgará su casa por siempre por el pecado
de sus hijos y lo más grave de esto es que no habrá ninguna forma de expiar
estos pecados.
Ciertamente esta es una situación grave para
Elí y sus hijos uno por no llamarles la atención y los otros por su irrespeto
al templo de Dios.
Dios está llamando a todos, hombres y mujeres
a la cordura y a la mesura en todo lo que se hace a nivel secular y espiritual.
Está dando una oportunidad para no llegar a estos extremos de no perdonar de
ninguna forma los pecados del ser humano. Padres e hijos se debe tener un
comportamiento reverente delante de Dios.
Busca del Señor Jesucristo y se salvo tú y tu casa.
Marco V. Rivera